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Para preguntones

Debe ser raro no tener nunca preguntas en la cabeza o no formularlas continuamente mientras se ve algo que no cuadra. No digo necesariamente exteriorizarlas pero, tenerlas en la mente, siempre. Imposible que no... creo.

De lo que hacemos, sobre todo lo que nos hace daño, nos preguntamos. 
¿Por qué será necesaria esa dosis de autodestrucción? En cualquier grado, digo, desde decisiones hasta acciones. ¿Deberíamos respondernos eso para sentirnos absurdos después?
Pero son preguntas abiertas, es decir, pueden responderse sin ningún tipo de límite, así como puede no emitirse palabra alguna. De cualquier modo, creo que muchas veces es preferible no buscarle respuesta a todo. No es miedo a la respuesta, aclaro, es el hecho de que puede que esta sea insignificante comparada con la intuición o la toma de riesgo que se quiere llevar a cabo al instante, en el momento, y que se aplaza con la ansiedad de encontrar un por qué. 


Dejo un poco, de lo poco, que me gusta del verano. 

Un consejo: Una respuesta no siempre completa. Es bueno no saber, porque tampoco tenemos un camino específico al que llegar. Si estamos haciendo algo mal es... ¿comparado con qué?, con otra persona. Con un igual. No se tiene que ir en su dirección si no es la manera en la regimos nuestras vidas. Se comparten pero no se ceden los pasos. Apoyo las mil preguntas pero no siempre la búsqueda de su resolución. A vivir, por ahí se encuentran.


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